domingo, 4 de abril de 2010

Fin sin principio?

Siempre huyo de mi destino por el simple hecho de no participar en designios, y a fuerza de huir he construido un destino alternativo.
Pensé retar a la vida y salir, beber el fuego en el que uno se quema cuando juega. Apareció él, desde lo recóndito y negado de mi cerebro, y no sé si se llama Urano o Mefistófeles. Supe que vendría por mi, cuando su voz tan baja y mi mirada respiraron el mismo pensamiento. Las mariposas me invadieron, quise colocar en el camino realidades pero me esperaba ya. Llegaba a ciegas sin esperar nada pero guardando la esperanza, el verde se le desbordaba entre el miedo que le roía los huesos, tanto que tenía que temblar al ritmo de su corazón agitado. Sabía q se acercaba, lo sentía caminar cerca, sus pisadas resonaban silenciosas detrás de mi oreja izquierda.
Nos acomodamos entre música y pintura, cobijados por el frío y los versos. Las palabras iban y venían tratando de ocultar el frio de los formales; así, entre dile que la quiero, que la necesito, crisis y descartes, empezó a faltarnos el aire y a sobrarnos el café cubano. Sus manos enmarcaron mis ojos, sus labios cercaron mi sonrisa.
Miedo, pasión, mariposas y ausencia de oxígeno formaron el elixir de la noche.

-Estoy urgiéndote a mirar, estoy diciéndote q las mariposas son mi adicción y mi fantasía, estoy pidiéndote que vueles conmigo, estoy tratando de morir asfixiada de amor...

Nos quitamos un hueso cada uno, los lanzamos lejos para entretener a la culpa.

-En este momento simplemente no es, por eso el universo nos está permitiendo recorrer este camino.

Pero las noches acaban, también las noches como esa, y los días que le suceden son como el mar encabritado, se está muy cerca de la desesperación en la aventura de sortearlo.

-No quiero vivir arrepentido...
-No quiero morir de arrepentimiento...

Así que tuve un momento de lucidez ficticia entre dos espasmos del corazón y escribí ese mensaje tratando de apaciguar las aguas, como si no supiera que al idilio no se le puede imponer la calma. Resultó ser un acto liberador, cobarde y liberador. Perdimos palabras, pero tocamos tierra.

-¿Qué contaba la línea que no dejaste volar?
-¿No has pensado que a veces es bueno no saber todas las cosas?
-...desmoronar la ignorancia es sumamente placentero.

La nostalgia del destino asesinado hizo que recordara que agua y aire pueden amarse entre burbujas y vapores, pero era tarde, él preferías las afluentes y a mi me arrastraba otra tormenta. Lo vi alejarse diciendo:

-¿Acaso no tendremos una ventaja?

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